domingo, 27 de enero de 2008

El Pecado lleva su Nombre

Antonio era un chico agradable, tentadoramente tímido y bien parecido. Por razones personales y familiares tuvo que venir a mi casa, en una isla, a quedarse por algún tiempo. Luego, mientras mis padres y los suyos tuvieron que viajar sin motivo aparente, la historia fue tomando forma, con muchas travesuras que me son permitidas por su timidez y con mucha ansia de querer observar sus reacciones que me parecían limitadas por su forma de ser. Eh allí donde nace toda las historia, simulando ciertas cosas y seduciendo mientras me entraba en gana. Al final conseguí su relato de nuestras experiencias y bajo su punto de vista de lo sucedido. Espero lo disfruten.



El Pecado lleva su Nombre

Su desnudez siempre entro en mis fantasías como un hermoso icono sexual para mí. Entre tantas chicas que observaba, cuantiosas tentaciones que me era posible encontrar en aquella calurosa ciudad, llena de playas y de un buen sol, su presencia inspiraba la más solemne admiración de una verdadera belleza. Recuerdo una de aquellas tardes, gozamos de una soledad que ciertamente no suele ser continua y obviamente me generaban situaciones y sensaciones extrañas. Todo el mundo había salido y todo hacia suponer que sus padres y los míos volverían en dos semanas y seguramente mas todavía. Para entonces suspiraba en mi tranquilidad sin imaginar que seria el comienzo de uno de mis mejores recuerdos.

Andrea, una chica finísima, de piel blanca, ligera y tentadoramente bronceada, de larguisimas piernas y de cuerpo que definitivamente andaban escaseados al natural, con dos hermosas protuberancias mamarias, tan firmes e imponentes de ser de medida perfecta y finalmente un adorable culo bien paradito y formado, como toda una modelito de pasarela, digna representación de una mujer venezolana y quien sabia muy bien de sus ventajas. Y para terminar la ventaja de mi posición, mi familia aprovecho las vacaciones para visitar a un amigo de la familia a su casa, la de la hermosa Andrea, donde la confianza y el cariño eran por muchas ocasiones mal interpretada por mis hormonas masculinas.

Ya en varios días anteriores había tenido ciertos encuentros bochornosos al toparme con ella, siempre cuando se le daba por vestirse con suma ligereza y sensualidad. Yo en esas ocasiones no podía evitar mi vergüenza, intentaba aparentar no tenerlo pero era más que evidente mi nerviosismo ante su sensual manera de vestir. Era obvio que el clima nos obligaba a todos a andar mas que ligeros, pero sin duda alguna ella inspiraba a cualquiera cada día con su vestimenta. A veces le daba la gana de salir con unos jeans algo sueltos en las piernas pero tan apretaditos entre sus caderas, acompañado con sus ya acostumbrados politos cortos; otras veces me dejaba embobado con sus minifaldas de infarto que obviamente descubrían la estremecedora ruta del libido, todo un “sufrimiento” de verano. Pero al transcurrir de los días y de las tentaciones que pasaban, entendí oportunamente que era eso que le inquietaba a ella, provocarme cada vez que nos cruzábamos. Siempre se me acercaba, con cierta mirada diabólica y perversa, me sonreía en el camino para después hacer algún movimiento que se prestara a darme tiempo para observar lo que entonces lo tenia muy notoriamente desnudo, como sus espectaculares escotes y quizás sus hermosísimas piernas. Para el colmo de una gran tortura, cada vez que conversábamos sentados – y que por cierto no eran muchas veces – ella solía colocarse frente a mí para apoyar a propósito sus codos sobre sus rodillas y mirarme con cierta suspicacia. Claro esta que, una vez más, de acuerdo a su estrategia seductora, muchas veces ella repentinamente aparentaba andar observando su contorno y volteaba el rostro de un lado a otro para así invitarme –obviamente- a ver su aniquilador escote. Así mismo cuando usaba sus minifaldas jeans se colocaba frente a mí, sin cruzar las piernas y con su misma acción de escuchar un ruido giraba la cabeza y sin más reparos abría sutilmente las piernas para así dejarse ver sus espectaculares tanguitas que llevaba. Todas esas situaciones me lograban hackear muchas veces, dejándome casi mudo, nervioso y perturbado al observarla.

Claro esta entender que alguna vez me toparía con ella en algo más aún vergonzoso para mí, era solo cuestión de tiempo.

Un día de nuestros domingos ya solitarios yo llegaba de hacer un trabajo de amanecida, con tremendo sueño y mientras entraba me era necesario dejar de hacer ruido al subir a mi habitación, ya que literalmente mi cuarto se encontraba al lado del suyo y no quería despertarla. Sorpresivamente al pasar por su cuarto me doy con la sorpresa que, con la puerta escasamente abierta, notaba una luz algo opaca que salía de su dormitorio, algo escasa y móvil, era su televisor que tan tardísimo andaba prendido e imagine que entonces ella aun no dormía, quizás que andaba viendo alguna película o algo así, y mientras me acercaba lentamente a pasar por allí, decidí reducir aun mas mi velocidad para poder observar lo poco que seguramente podría ver ante la escasa línea abierta de su puerta. Sin duda me encontraba nervioso a hacer notar mis ganas de espiarla, evite ser notorio y pasar con naturalidad, pero no pude hacerlo, pase con demasiada ligereza para poder observar bien la rendija y así fue.

Ya estando allí me percate que su televisor andaba prendido con un bajísimo volumen, chispeando, obviamente sin nada que mirar y sobre entender con las suficientes pistas que ya hacia dormida. Entonces mi corazón comenzó a palpitar mas, deseaba aprovechar la oportunidad de abrir un poco mas su puerta y observarla y sin pensarlo dos veces hice lo pensado, me pegue a la puerta y mientras lentamente la abría lograba observar, algo dificultoso por la poca luz, como unas piernas desnudas yacían echadas en su camita. Por cada milímetro de su puerta abierta lograba subir poco a poco a su cuerpo y mirarla mas y mas, tan sensual y tan corta ella entonces, pero tan corta se torno la situación que allí y al instante logre verla por fin, toda ella con una pequeña camiseta blanca y quizás tan hermosa que en realidad eran realzadas por ella. Al verla así, echadita, tan hermosa y dormida me entro una excitación tan latente que acentuaba cada vez más mis latidos. Se la veía tan inocente con ese ambiente y tan tentadora con esa camiseta, a la vez que mis sensaciones iban sin frenos y en aumento. Al verla allí me sentí sexualmente obligado a cercarme alguito mas, lo suficiente como para observarla mas de cerquita y sentir el olor de su piel, de sus muslos, no se, lo que sentía entonces era tan impreciso de definir y de especificar entre mis acciones.

Al instante, casi apunto de tocarla, mi nariz se acercaba con tal sutileza a sus muslos, tanto como apunto de explotar de nerviosismo, sintiéndola y observándola lo hermosa que se veía, con tantas ganas de poder tocarla y poder cogermela de una vez, o quizás comenzar a besarla y comermela así.

Lo que le daba un valor más grande al momento era el detalle del camisón: tan frágil, delgado, con algunos botones abiertos y con algunos orificios algo vagos que ya se hacían imposible poder disfrutarlos debido a la ya mencionada escasa luz. No supe que hacer entonces, andaba excitadísimo y apunto de cometer algo que sin duda alguna disfrutaría en el momento, intensa y perturbadoramente, pero que además seguro me generaría inmensos problemas en la mañana. Me encontraba atado a la situación, nervioso y creativo a desnudarla en mi mente, frente a un cuerpo que con ese camisón mostraba más que espectacular.

Lastimosamente luego de casi una hora espiándola de cerca tuve que salir de alli, dejando las cosas como estaban, con el televisor prendido y mis sentidos atrofiados, con claros símbolos de impotencia y tremenda excitación por todo lo que había sentido y por lo que andaba ansioso a sentir y a sentirla. Tuve que ir a la cama a masturbarme frenéticamente para desvanecer en algo lo que no pude hacerlo con ella, impactado, marcado por algo que tornaría ser parte del recuerdo mas espectacular y atrevido de mis días en esa casa.


Así, mis días perturbadores andaban acumulándose, tan intensos por momentos, tan asfixiantes por ratos, tan inexplicables y perturbadores, era lo que me andaba tocando y no sabia porque.

Un día, mientras estaba en mi cuarto anotando unos datos, escuche el sonido de alguien duchándose; era obvio, estábamos en nuestro tercer día solos en casa y esas aguas se deslizaban en su cuerpo desnudo seguramente. Entonces, ante el perturbador sonido del agua al caer e imaginando la situación en la que se encontraba, decidí acercarme sin hacer ruido nuevamente a su recamara. Para mi lujuriosa suerte su cuarto estaba abierto, suficientes motivos para seguir con otra de mis travesuras, entonces fui sigilosamente sin zapatos, preparado hasta para correr si es necesario, mientras que por cada paso transcurrido mis latidos nuevamente se combinaban con excitación. Ya en su cuarto pude percatarme que encima de su cama estaban tres prendas: una faldita de tela, un polito escotado y una tanga; me era suficiente para imaginar como la vería ese día, tan llena de sensualidad, moviendo su cuerpito y dándole un ritmo asfixiante a su faldita mientras caminara, era obvio y cada vez que la veía con faldita me tenia acostumbrado a su sensualidad. Entonces, viendo la situación y escuchando mas claramente la caída del agua, se me vino a la mente esconderme en algún lado de su amplio cuarto mientras observara como se cambiaba la muy susodicha mujer, pero queriendo llegar mas lejos entre mas a su cuarto para ver si su baño tenia alguna cerradura con orificio, que lastimosamente no era así, pero que sin imaginarme afortunadamente estaba abierta!!!

Que mas podría pedir, con razón me era claro el sonido del agua caer y que aun hacia ruido que por ratos era cortada o disminuida mientras ella seguramente empapaba su cuerpo completamente desnudo. Sin mas y teniendo mas cuidado aún decidí acercarme. En realidad estaba lo suficientemente abierto para creerlo y para mi mas preciada fantasía la ducha se encontraba literalmente frente a la puerta, con los vidrios traslucidos (desgraciadamente no transparentes), pero sin ser nada despreciables, viendo que, para mi entusiasmada sorpresa y asombro, rodeaban a aquel cuerpo notoria y completamente desnudo, dejando entrever una hermosísima silueta femenina con unas curvas de infarto.

No lo podía creer.

La imagen que observaba entonces era de película: la luz del día entraba por una ventana con las mismas características opacadas, alumbrando una imagen de portada de una ducha donde el cuerpo mas deseado en mis fantasías, y seguramente de muchísimas mas, estaba completamente desnudo, remarcando con tal claridad cada curva y casi textura, tanta finura y deleite, tanta belleza que cualquier ser humano hubiera querido admirar. Para entonces mis nervios andaban a mil, mis hormonas querían explotar y mis rodillas ya casi temblaban del momento, cada segundo observando a Andrea, desnuda, dejándose escuchar por el tarareo de alguna canción que transitaba en su mente, mientras que en la mía generaban lujurias que llevaban su nombre. Entonces, en ese momento, ante la excitación altruista y la admiración corporal femenina, jure escribir esta historia, que mostrara la más inocente manera de seducción del sexo femenino, a quien sin lugar a duda el pecado llevara su nombre.

Cuando volví en mi, ella cerraba el grifo de la ducha, seguramente alistándose a salir, algo que me perturbaba mas aun pero que en realidad me ponía mas nervioso. Era obvio que tenia que abandonar su cuarto lo mas rápido posible, sin hacer ruido ni con mis medias, sin mover nada aunque lastimosamente no logre verla así, desnudita y húmeda, recién bañadita y perfumada, no lograría ni debía verla entonces.

Sin pensarlo mas y al ver que uno de sus brazos sacaba de la ducha para jalar su toallita, salí volando de allí, corriendo a mi cuarto, para así una vez mas tocar mis sentidos y disminuir la inmensa tentación que había dejado de correr por la reciente situación que remordía mi conciencia, pero que agradecía cuantiosamente mi excitación.



Un día, al llegar a casa, necesariamente estaba obligado a pasar por la piscina, de esas que suele ser tan elegante en una casa de buena posición y rodeada de tanto gras, pero que entonces fue sensualmente minimizada por algo que sin duda era meritorio. Ella se encontraba “dormida” sobre una silla inclinada y con un torturador bikini negro que realmente escaseaba en tela. Su tanga, tanto como su sujetador, gozaban para mis ojos de una tan preciada insignificancia que me provoco sin ser esperado una erección de aquellas, tan pasmada la visión como para provocar tanto deleite, y mientras tanto y sin pensarlo dos veces atine a hacerme al loco y subir lo mas rápido para buscar la manera de espiarla desde el segundo piso. Entonces ya estando arriba y con una cortina algo traslucida que seria mi cómplice, me acomode con gran excitación a mirarla desde no tan lejos. La mente suele jugar tan sucio y admirable en ese tipo de situaciones, es por eso que mi ansia finalmente pudo más y me atreví a ir a su cuarto, ya que esta habitación era la que mas cerca se encontraba de la piscina. Mis ansias de ver mas y poder mirar aquellas nalgas que escondidas bajo alguna delgada falda o algún apretado jean, eran tan fuertes a todo que jale una silla pequeña y con semejante cortina cómplice me acomode a mirarla.

Con todo eso y sin darme cuenta había borrado de mi mente el hecho de echarme a dormir por unas cuantas horas que ciertamente las necesitaba, pero creo que sin lugar a dudas ese complemento haría más placentero mi siesta. Me acorde entonces de aquella minifalda que solía usar en la casa y que varias veces me dio un gran suspiro mirar en su entrepierna por simples “casualidades” provocadas por ella al subir las gradas. La tentación provocada por recientes recuerdos cada vez que la observaba le daba un matiz más erótico a la situación entonces.

Mis ojos nuevamente volvieron en mí para enfocar su increíble cuerpo y fue entonces que pude entender que ciertamente no estaba dormida, ya que miraba la ventana de mi cuarto en pequeños instantes y que mi ausencia las hizo observar descaradamente para ver si me encontraba allí. Eso provoco en ella levantarse de su lecho para así ensayar una estirada corporal sin bostezo para luego sentirse quizás decepcionada de su actuación de dormida y provocadora. Mientras, mis ojos la seguían más que un lente telescopico e intentando mantener un silencio, que lastimosamente se vio interrumpido cuando por mi boberia de apoyarme sobre su cama dejo caer su celular. Ella entonces entendió que no necesariamente la estaría observando de mi cuarto porque su cuarto seria una mejor opción, entonces hizo un ligero movimiento entendiendo la posición de su observador sin tener que asegurarse de mirar hacia donde estaba. Note entonces una ligera sonrisa triunfadora que la llevaría a darme su mejor actuación exhibicionista para el deleite de mis ojos. Entonces ella prosiguió. En su primer tramo saco un cigarrillo de forma alargada (creo esos mentolados) para así aumentar el grado de su sensualismo. En la segunda escena observo que con una increíble sensualidad ella se acomoda a echarse dándome la espalda para así no perder la vista de cómo se soltaba el sujetador. Fueron unos segundos tan intensos para mí como para ella seguramente. Entonces, sin analizar su siguiente acción ella comenzó a recostarse boca arriba con gran delicadeza y sensualidad, para así regalarme una de las mejores vistas que siempre agradeceré en mi vida. Sus rosados pezones erectos me confirmaron la excitación que sentía al darme tal escena, algo que se me hacia difícil entender pero que obviamente agradecía por su gentileza. Aquellos hermosos senos eran desafiantes a la cruel gravedad y combinado con su excitante ombligo y angelical rostro, provocaban en mí agitados espasmos que a mi edad ya me preocupaban.

Luego ella, con suspicacia dignamente agradecida, tomo una crema que posteriormente confirme que era un bronceador. Sin levantarse de su comodidad, se hecho en el ombligo una cierta cantidad para que con exagerada provocación se untara en su delicioso ombliguito, tanto como en sus hermosisimos senos. Mi mente y mi excitación no podían aguantar mas tanta tortura. El hecho de imaginar que sus manos eran las mías y tocar con determinada suavidad sus senos y apretar sutilmente sus pezones me estaba convirtiendo ya en un animal sin ley. Deseaba intensamente bajar allá para tocarla y hacerle el amor lujuriosamente, no se que mas, pero sin duda aquella escena me estaba poniendo mas que loco.

Creo veinte minutos más y esa gran sesión era oportunamente concluida por su gracia.

Entonces recién allí, en mi estado nada calmado, me percate que ella tomaba algo de una botella. Eran varias las veces que tomaba de a pocos sin calcular que podría estar ebria. Eso lo confirme mas aun cuando ella se preparaba a servirse lo poco que quedaba de esa botella ¿de ron?, sí, si no era agua en botella de ron entonces era un ron. Vaya espectáculo!. Más así logre entender todo. Ella estaba ebria!.

Quizás todo eso le haya provocado darme tales escenas que yo con gran ahínco agradecía y que imaginaba que estaba preparándose para darme mas aún.
Fuera de todo no podía detener el hecho de tocarme mientras ella seguía regalándome todo, pero mas complicado era retener mi ansia de poseerla donde sea. Mi mente para entonces ya estaba en todos los rincones con ella como actora principal. Ya la había desnudado y besado completamente porque mi imaginación era mas realista al verla y observarla con tan solo una diminuta tanga y nada mas. Sus hermosos senos, siempre tan firmes, eran mi deleite y el plato preferido de mis ojos; que gran excitación tenía.
Ya volviendo en mí, me ella se arreglaba su forzosamente rizado cabello, ligeramente sentada, pero aun mostrándome lo que deseaba. Sentí algo de calma en su personalidad tanto que me hacia suponer que debía prepararme a correr a mi cuarto una vez que ella se levantara a ir al suyo, pero no fue así. Sin darme tiempo a nada ella se dio un chapuzón a la piscina.

Por ratos sentí algo de miedo ya que su estado no era el adecuado para meterse al agua.

Por un momento casi salgo volando a la piscina para evitar alguna tragedia, pero por suerte cambio tan radicalmente todo cuando ella, en su eventual recuperada de aquella zambullida, me prolongo la tarde morbosa al ver como sus hermosos senos se sacudían de su salto al salir del fondo. No lo podía creer, era todo mas intenso aun, ya que, mientras sus senos oscilaban en aquel ínfimo momento, su cuerpo estaba siendo morbosamente acariciado por el agua. Era como si la observase desnuda en pleno duchazo y eso me excitaba más. Al rato ella salto con mas fuerza y jugaba solitaria como tarareando su victoria. Su hermosa sonrisa dibujada me daba el retoque final de ese gran día, pero para entonces la sorpresa se torno más agresiva y deliciosa los minutos siguientes…

Ella, en medio de la piscina, se detuvo del exalto para voltear con gran sutileza hacia mi. Ese preciso instante pude ver lo hermosa que se veía con medio cuerpo enterrado en las aguas que la sentían. Por ratos aparentaba ser una chica completamente desnuda ya que el agua le llegaba a la misma altura que sus más sensuales pantalones a la cadera suelen llegarle. Pero no fue solo así, en su tramo corto de giro hacia mi me percate que estaba mirando fijamente a su ventana, donde yo me encontraba espiándola, me asuste pensando en lo peor pero no me moví, me quede quieto tanto como ella por unos segundos de su perversa mirada que comenzaba a sobreexcitarme nuevamente. Entonces vi en su rostro la mas ansiosa excitación de placer que se hacia notorio y que no había visto nunca en ella. Me asustaba nuevamente, pero no tuvo que pasar mucho para que, sin más retos, se tocara la cintura, muy sensual y perversamente, para que una de sus manos encontrara a un lado de su tanga amarrada y así comience a aflojar el nudo con su más fina sensualidad que hace ratos me mataba. Aquella gracia de soltarse un lado de la tanga se convirtió en una angosta melodía que rogaba finalizase a la par con mi orgasmo. Y fue así. Aquellos segundos fueron increíbles para mi, que no la detuvo al encontrar su otro extremo y jalarla hasta que finalmente levantara su diminuta tanga negra que ya hacia en lo mas alto que podía señalármela. Su sonrisa, tan lujuriosa mostró un ligero brillo maquiavélico, para que así, sin mas pensar, tirase la prenda a dos metros del borde de la piscina obligándola a salir desnuda.

Ella, sonrió, giro media vuelta suavemente dándome la espalda y sin esperármelo dio un salto para inclinarse a zambullirse unos segundos y mostrándome tan ansiosamente ese par de hermosas nalgas desnudas y húmedas.

Solo necesitaba aplaudirla y amarla por todo ese gran espectáculo que me hizo perder toda noción de irme a dar una siesta, era todo lo que podría soñar y que entonces estaba viviendo. Toda esa magia me estaba dando ella, sin pensar ni medir en lo que me provocaba. Mientras, ella se recompuso con otro gran salto aun a espaldas de mi vision, para que nuevamente se volteara como preguntándome al oído si me había complacido todo. Una hermosa sonrisa cómplice, sin ya aparentar pero que aun me impedía presentarme como su publico.
Luego, comenzó a caminar hacia mí, a seis metros del borde de la piscina, tan hermosa y complementada con una bella tarde. Su gran ligereza me estaba matando y cuando logro llegar al borde me preparaba para lo mejor. Su complicidad nuevamente hizo que mirase su ventana como diciéndome que me prepare para lo que viene. Ella, apoyándose del borde se levanta como deseando subir, pero que luego termina echándose boca abajo sobre la losa que tenia el gusto de tocarla. Su cuerpo completamente desnudo y sus nalgas que eran mi centro de atención se arrastraban hacia su diminuta prenda, tirada allí. Entonces una vez alcanzada no dudo en colocar su ansiado cuerpo boca arriba.

No lo podía creer.

Era hermosa toda la escena de su mas preciada desnudez completa, que estaba a mi nombre y que me mantuvo un buen rato con la boca abierta; tan deseados momentos de mis mas lujuriosas imaginaciones de su ser estaban ya frente a mi, iluminada por el ansioso sol de demostrar lo mas puro de la belleza femenina y lo mas terso que haya podido tener frente a mi; pero que aun no finalizaba. Antes de comenzar a tapar sus soñadas partes se dio un magreo tan sensual y erótico que yo ya explotaba en mi propio orgasmo. No lo podía creer, una dama tan hermosa desnuda casi frente a mí, actuando y quizás pidiendo que la tome y recorra toda. Su hermoso pubis muy bien afeitado como de una niña y digna de sus diesiciete años era el retoque final que completaba aquel día que nunca termino para mi. Se paro aun desnuda, se seco con su propia mano, tocándose toda y con más ahínco a sus senos, y tomo una toalla exquisitamente corta para solo secarse el rostro.

Expreso con gran placer, que el pecado lleva su nombre, y aquella maligna tentación era parte del cuerpo femenino mas deseado en mi vida. El hecho de verla en ropa de baño nada mas era más que suficiente. Aquel regalo que sin imaginar tendría aquel día, me había generado tan aguda excitación que había perdido la vergüenza de masturbarme encima de su deseoso lecho. Sabia que se convertiría la primera persona a quien le diría con tan sinceridad que te amo.


Tuve que quitarme el polo para limpiar todo lo que había ensuciado mi congeniado orgasmo masculino; no importo que fuera el polo que mas me gustaba, solo debía de borrar toda evidencia de mi gran excitación por su culpa.

Luego de unos minutos, algo recuperado de todo ese gran espectáculo, mire con ligera falta de importancia al escenario y vi que ella llevaba puesta, con gran sufrimiento de aquella corta prenda, su toalla blanca. Aun llevaba en la mano su bikini y por lo visto se acercaba a la entrada de la casa y eso me decía que era hora de correr a esconderme como un crío.

Como mi cuarto se encontraba a unos metros del suyo no se me hizo dificultoso llegar, pero aproveche para verla desde el balcón de la escalera si realmente venia o no, pues naturalmente no tarde mucho en percatarme que si venia, mas aun, observar que venia algo aturdida y hermosa, buscando ligeramente alguna pared o algún apoyo para aparentar estar muy sana y con sus cabales. Pensé que cerraría todo mi día con esa última mirada de ella, tan tierna con su cabellito mojado, sus hermosa y largas piernas cubiertas tan ligeramente con una diminuta toalla que parecía una ínfima faltida provocadora y de gran escote. Vaya morbo para mí. En realidad no tarde mucho para volver a erectarme por mi nueva perspectiva, la cual estaba obligado a ser mas cuidadoso y que por lo mismo me escondí a mi cuarto tirándome boca abajo y aparentar que me encontraba dormido. Al tirarme allí, me acomode lo mejor que pude y escondiendo mi gran erección y cerré los ojos esperando se meta pronto a su cuarto y mientras, buscar la manera de aun seguir espiándola.

Sentí con mucha ligereza como el sonido que generaban sus pequeñas sandalias se comenzaba a desvanecer, pero que repentinamente comenzaron nuevamente a acentuarse, con tal ahínco que logre entender que había entrado a mi cuarto. Mi mente comenzó a propiciar aquel escenario: ella, obviamente con algunos grados de alcohol demás en su cabeza, y en tan solo un metro cerca de mi, observándome si me encontraba despierto o solo siguiendo la corriente de este ansioso cortejo. Sentí un silencio tan prolongado, que me hacia suponer que era minuciosa observándome e intentando confirmar mi aparente estado. Mi polo se encontraba en el piso, y llevaba un ligero short nada más. Mi mente y mi oído armaban tal escenario que me hizo entender que ella se acercaba sigilosamente hacia mí. Solo unos segundo mas y sentí que alguien respiraba detrás de mi nuca, cerca al oído, muy cerca y dubitativa. No sabia que hacer, creo que entonces ya me sentía muy nervioso y acorralado de su acercamiento. Su aliento ya lo sentía, me excitaba todo eso, sin poder mirar pero ser el centro de atención de aquella hermosa chica que se encontraba con tan solo una toalla y algo ebria cerca me estaba matando de nerviosismo. No lo podía entender ni tampoco creer entonces.

Luego de unos segundos la sentí ya convencida, creo, de que me encontraba dormido. Luego sus torpes sandalias me avisaban que se dirigía a su cuarto con suavidad, vaya alivio que solo duro unos instantes para mí, porque justo cuando me alistaba a levantarme de mi cama me percate que se acercaba nuevamente a mi cuarto. Me asuste un poco y nuevamente me eche a mi cama y cerré, estratégicamente, mis ojos y encargándome que un delgado hilo de mi vista me dejara ver aún sea su hermosa silueta. Y lo conseguí: no se daría cuenta del detalle, pero lograba ver ligeramente, como una cerradura, algo de mi frente, la puerta y demás que se encontraba cerca. Todo fue tan rápido que puedo jurar que cuando la vi entrar tan desafiante aun con su toalla, mi rostro tenia otra matiz sorprendida. Tan fina fue mi visión de ese par de hermosas piernas desnudas con aquella diminuta toalla que me regalaba una sugerente vista inferior, pero escapándose de mis cálculos nunca imagine que ella se sentaría a la altura de mi cintura para nuevamente observarme y sentir sus frías y algo húmedas manos acariciando mi espalda. Ese cambio me puso mas aun alerta, excitado y muy nervioso.

Luego sentí que su mano se acercaba con mucha dulzura a mi rostro para acariciarme con mucha suavidad, alto torpe por su obvio estado. Aquel instante era muy desafiante para mí y lógicamente ponía a prueba mi capacidad para actuar y aparentar mi dormilona acción. Imagino que el tiempo que demoraba para hacer ciertas acciones suyas me hacía suponer que también sentía el mismo hormigueo, miedo y excitación en el ombligo que yo sentía hace más de dos horas. Sentí con mucha dulzura que su rostro se acercaba a mi oído y entre un tímido y recortado respiro atino a expresarme un ligero Antonio…

Por lo visto intentaba estar segura que me encontraba dormido y sin mas reparo repitió con un poco mas de fuerza mi nombre al oído. Quizás la tercera vez fue algo mas dulce y claro el escuchar mi nombre, pero que a pesar de todo no tenia en mente provocar mi perversa “casualidad” de despertarme. Mis ojos no se movieron, pero sentí que de ella si. Sin reparo de lo que pase ella rodeo su brazo en mi hombro con suma delicadeza. Sentí que con dulzura su otra mano acariciaba mi rostro para que unos instantes después la otra mano bajara hasta mi cintura con suavidad. Su cuerpo cada vez estaba mas cerca al mío que me hizo sentir la humedad de su diminuta toalla. Estaba excitado y no lo podía creer nuevamente. Ese cuerpo que era aquel que me llenaba de ansia poseer, estaba sobre mi lecho sintiendo el carnal deseo que hace mucho yo sentía por ella. Era todo una gran escena para mí. Ella, por lo visto disfrutaba acariciando mi espalda pero aplaudía mas aun el hecho de sentirla entonces que subía sus piernas, o quizás una de ellas, sobre mi cama para echarse junto a mi. Lo sentí mas aun cuando su mano izquierda se encontraba sobre mi hombro y su pierna izquierda rozaba a la mía. Cada segundo era mágico entonces, mi cuerpo semidesnudo, cerca al suyo que literalmente solo estaba cubierto y húmedo.

Solo unos instantes de caricia sobre mí, me hizo sentir sus senos ligeramente presionados sobre mi espalda. Ya me estaba volviendo loco nuevamente. Entonces, mientras mi mente jugaba con mi excitación, sentí nuevamente su aliento sobre mi rostro para sentir con mucha sutileza un beso de película sobre mi mejilla, un instante más sobre mi oído, para que en un cerrar de ojos me besara con más perversión mi hombro. No lo podía creer. Era más que evidente que me deseaba, pero el escenario me obligo a no “despertar” repentinamente entonces. Sus ínfimos periodos de silencio entre cada beso fue repentinamente interrumpido por otro largo que me hizo entender que estaba tramando algo. Por un instante creí que se iría, pero luego de unos segundo pude darme cuenta que, todo ese ligero ruido que las sabanas expresaban eran porque ella se estaba quitando la toalla!.

Diosssssssssssssssssssssssss!!!!!!!!......

Pude percatarme porque cuando volvió a abrazarme, sus pezones muy duros delante de sus senos estaban dándome una estocada a la espalda que me estaba matando. Ella se encontraba completamente desnuda sobre mí, aun besándome con miedo mi espalda y mis hombros, ya todo era muy excitante. Sentía como ella me acariciaba con sus labios, dándose el lujo de apoyarse sobre mí. Su cuerpo desnudo ya había topado mi cuerpo y mi mente no podía más y realmente ya la deseaba provocar un orgasmo infinito…

Entonces, tenia que buscar la manera de tenerla en ese momento, girar y abrazarla, tocarla y besarla, hacerle el amor, disfrutarla y darme el placer de sentir su completa y mas anhelada desnudez… luego decidí algo: entre tanta lujuria femenina de su desnudez y excitación, decidí “aparentar” mi despertar, moviendo ligeramente mis manos, pero ella, sin darme tiempo a nada, se detuvo bruscamente como evitando a que yo me enterase de su desnuda presencia. Lo entendí con ligereza y vergüenza de su silencio, para que luego de unos instantes solo se convirtiese en un pequeño disgusto de mi parte.
Sentí claramente su miedo. Pude percatarme que eso le había asustado y que no imaginaba como debía reaccionar cuando “posiblemente” eso suceda.

Intentando no hacer mucho ruido se levanto muy lentamente, se agacho para tomar su toalla tirada (el cual si podía observar con mi delgada visión) y sin darse tiempo para colocárselo retrocedió hasta el filo de la puerta de mi cuarto para luego correr al suyo.
La última escena recogiendo su toalla y retrocediendo me excito tanto, ya que al final fue lo único que si logre ver con ligereza, pero eso no lograba contrarrestar el gran momento que acababa de perder.

Quizás intentando disolver lo sucedido espere casi como veinte minutos tirado en mi cama, buscando asegurarme que entienda que “si me encontraba dormido”, además que alrededor de mi habitación sentía un acentuado odio hacia mi por no haber creado el ambiente adecuado para ver que pasara entonces. Mientras tanto, los escasos ruidos que provenían de su habitación ya dejaban de expresar sus movimientos, quizás solo los ligeros me eran imperceptibles, quizás… pero cinco minutos mas y decidí despertar de mi profundo sueño mentiroso y excitado, deseaba con lujuria saber que estaba haciendo o que había dejado de hacer mi hermosa Andrea.

A los segundos comencé a armar un show lleno de mentiras piadosas ante mi remordimiento de esa aventura concedida. Me levante, me estire con un estruendoso bostezo parco y camine ligeramente a la puerta de mi habitación, mire alrededor como estirando mis brazos y me dirigí al baño que se encuentra literalmente entre vuestros cuartos. Sin duda estaba algo nervioso, pensando en como aparentar ante su mirada que había tenido una esplendida siesta y que no había sido participe de un espectacular espío vespertino, ni menos haber disfrutado de su espectacular figura de mujer de diecisiete años, no sabia como sonreírla luego de haber abusado de mi adicción a su desnudez. Abrí el grifo entonces para lavar mis manos y mi rostro, esperando hacer notar mi presencia a aquella damita del hermoso vientre, me pareció ya haber expresado lo suficiente y necesario, me sentí mas tranquilo como para salir, respirar y llamarla suavemente como preguntándome ¿en donde estaba?... algo que es seguro ella respondería con otra mentira que nos convirtiera en cómplices de tal travesura, como espectador y espiada:

Andrea?

Dije al salir del baño esperando me responda, pero sin respuesta alguna.

Andreaaaaaaaaaaa?

Nuevamente repetí, pero algo mas acentuado imaginando que la primera vez no me haya oído. De pronto, me di cuenta que no recibía respuesta alguna, posiblemente haya salido sin darme cuenta o quien sabe?, entonces decidí ir a su cuarto y confirmar su partida, pero al momento y luego de verla durmiendo en su cama recordé que se había embriagado en pleno espectáculo. Esta vez llevaba un polito “largo” y su tanguita negra, obviamente confirmado debido al grado de transparencia que tenia su polito y que acentuaba el color negro de tu tanga, como también de su piel sin sujetador. Esa última escena me genero amor sobre ella… Era mejor dejarla allí, irme a descansar y cerrar el sueño que tuve con una de fantasía y recuperarme de todo lo que había pasado aquel inolvidable día.